martes, 8 de diciembre de 2009

Me sabe mal.

Me sabe mal
saber que fue un engaño.

Me sabe mal porque te entregué
aquello que llevo debajo de la piel,
el color de mis ojos,
el sabor de mis labios,
lo que algunos estupidos sentimentales llaman alma.

Me sabe mal,
porque tú eras mi nirvana
y sabes a que me refiero.

Precisamente por eso,
porque sabes mis palabras antes de que las acabe de pronunciar,
conoces cada hilo y cada botón
de este estúpido mecanismo que se llama corazón.

Nada me sabe más mal
que saber que lo haces convencido.
No hay nada que se pueda hacer
cuando el amor no es suficiente
cuando se deja de creer.

Puedo sentir como todo deja de tener sentido,
el sol que viene ya no brilla.
Pero sé que pasará.
Espero que pase.
Nada más.

jueves, 29 de octubre de 2009

Nostalgia con una esquina rota.

¿Qué verás de mí
cuando gire sobre mis talones?
¿Qué quedará del recuerdo
y el enojo
y la nostalgia
y todo aquello que
durante años
me guardé por no tenerte a tí?

Nada borrará la tremenda frustración
de encontrarte,
de ya no poder extrañarte,
de darme cuenta de que,
incluso tu ausencia
ha sido importante.

No llegaste en el mejor momento
pero estoy segura
de que para irte tampoco
hubo un tiempo correcto.

Cuán grave es detestar la lluvia de palabras
que has traído a mi mente,
cuán grave es seguirte queriendo.

No hay mayor tragedia que la nostalgia traicionada
por alguien que intenta borrar
la memoria
de la falta.

Me dueles. Aún me dueles.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Laugh is our resistence.

Riamos.
Que los malos sabores se estrellen contra dientes blancos,
pulidos a fuerza de sonrisas
sinceras.
Que cada día de nuestra calendario
tenga en agenda media hora de risas compartidas
y otras tantas en soledad.
Porque la risa nos da la fuerza,
que no nos da el silencio
para continuar.
Resistamos.
De alguna manera hay que resistir.
Reir
ante un mundo que ha empeñado la paz
es, quizá,
la única forma cuerda de resistencia.

lunes, 3 de agosto de 2009

Florecer

Cada letra me sabe a tristeza

Y suspiro

Y una sonrisa se dibuja en mi cara.


No hay nada como la costumbre

De tirar una lágrima por aquí y otra por allá

Para recordarme que estoy viva.


Mis cuadernos se nutren de estos momentos

En que se sostiene la respiración

Para evitar que todo transcurra ,

Vanos intentos de detener la vida.


Yo crezco, ellos crecen, nosotros crecemos.


Nada de madurar,

Eso dejémoslo a las frutas,

Lo nuestro, lo nuestro, lo nuestro,

Es florecer.

lunes, 13 de julio de 2009

Del baúl de los recuerdos IV. Eva y las nubes.

Eva y Jan estan tirados en el pasto, Eva mira las nubes y señala formas que Jan apenas comprende, para él no son más que millares de microscópicas gotas de agua que se condensan allá, arriba, muy lejos; formas caprichosas en las que no puede adivinar al escarabajo, el barco, el mundo que Eva prácticamente le obliga a ver. Mientras Eva estira el brazo siguiendo el contorno de un hipotético hipopótamo , Jan sigue la figura alta y un poco desgarbada de esa mujer tirada a su lado. Las nubes no son lo que solían ser, Eva no es lo que solía ser, todo se ha transformado en algo más, quizá algo mejor. La mira sonreir, le encanta la manera en que es capaz de divertirse con esas gotas petrificadas por instantes que recortan el cielo azul grisáceo. Sí, el cielo tampoco es lo que solía ser. Ahora es asunto de todos los días que aquello que nos rodea se convierta en una amenaza. Lluvia ácida, eso es lo que caería si la unión de esas gotas absurdas provocara una rebelión estratosférica cuyo enemigo final parecemos ser nosotros.

Pero sí, es divertido también para él que Eva observe dinosaurios, flores, galaxias mientras él observa esos rasgos que se sabe de memoria, mientras traza los imaginarios meridianos que recorren su cuerpo con una invisible energía que poco a poco ha ido descubriendo; paradisíacas líneas capaz de conducirlos a ambos a la gloria, a un cielo que jamás será del mismo color plomizo de éste contra el que se recortan las gotas asesinas. Si se mira bien, el entretenimiento de ambos resulta muy parecido: ella es sólo un conjunto de moléculas. Igual que las nubes. Igual.

jueves, 11 de junio de 2009

Del baúl de los recuerdos III. Escrito a media noche.

Mirándote dormir, el mundo es un placer.
No sabes cuantas veces he dibujado mi nombre en tu boca,
Sólo para que no te canses de repetirlo.

No hay persona en el mundo que valga un segundo de tus sueños,
De esos sueños impenetrables en que dices que habito yo.
Se rompen cántaros, se pulverizan piedras,
Se multiplica el mundo
Y yo soy tu dueña,
Por fracciones de segundo soy tu dueña
Sólo para verte respirar y sonreir.

Si yo pudiera, colocaría estrellas en tus párpados, los cerraría por fuera,
Sellaría su contorno con cera,
Sólo para que siguieras soñando.

Mientras sueñas
Tu cuerpo despierta
Y yo me doy cuenta,
Más con el alma que con mis manos,
De que ha despertado para mí.

Tú sigues soñando, pero mi boca te necesita de vuelta,
Es sólo en este mundo que puedes habitarme.
Si abrieras los ojos en este momento
Te darías cuenta que yo los tengo cerrados.
Sólo para soñar contigo.

martes, 2 de junio de 2009

Del baúl de los recuerdos II. A propósito de la realidad.

Sí. Se desplegaba como un pañuelo blanco apuntando en las cuatro direcciones. 

Y él los puso allí como hormigas subiéndose al mantel en día de campo.

Ella soñó con él sin ver su rostro durante las muchas noches en que el frío le impedía dormir.  Él miraba hacia el futuro y la imaginaba, le ponía olores distintos, le cambiaba el color del cabello, le ponía mayores  talentos. 

Y se tocaban en las noches de insomnio como sólo los potenciales amantes se pueden tocar:  con el deseo. 

Se cruzaron un día y no supieron que eran ellos, no pudieron reconocerse:  él se conformó con la tibieza de un amor convencional, ella se enamoró de la idea misma del amor y lo buscó en cada cama, en cada hombre. 

Y siguieron sus caminos con la firmeza de quien no sabe a donde va. 

viernes, 22 de mayo de 2009

Del baúl de los recuerdos. Primera entrega.

Tuve ganas de decir lo mismo con mil palabras nuevas.

Tuve ganas, pero seis serpientes se enredaron 
En la sequedad de mi garganta.

Tuve ganas de llorar a mares, 
Hasta que mis ojos desbordaran entre barcos de papel 
Tripulados por las voces que alguna vez gritaron en mi cabeza. 

Tuve miedo, mucho miedo.

Pero el miedo no hace nada, sólo nudos en la garganta, 
Un par de rasguños en el brazo 
Y una terrible y reseca soledad.

Tuve ganas de gritar y no lo hice, 
Deje que me pidieras perdón             
Como tantas otras veces; 
Y como tantas otras veces, deje que pensaras que te creía.

Ya no hay más que harapos para vestir mi alma, 
Jirones desgarrados de lo que alguna vez pudo ser ropa, 
Resquicios inundados de hiel endulzada             
-tú la haces pasar por miel-.

Y suena, suena todo el tiempo, 
Este arrastrar de piedras, 
Este chocar de latas, 
Este inmerecido dolor que he elegido.

El misterio de amarte es tan grande,
¿por qué me pesas tanto? 
¿por qué me robas el aliento? 

Tuve ganas de dejar de amarte, 
De haber sido hijo mio te habría abortado. 

Tuve ganas de odiarte, tuve ganas de golpearte.

Pero lloré.

Y no se desbordaron mis ojos, 
Ni salieron flotando en barcos 
Mis imaginarios compañeros.

Sólo me doliste más, 
En cada uña, en cada cabello.

¿Por qué tenía que conocerte? 
¿Por qué no engañarme pensando que eras otro? 
¿Por qué tenía que encontrarte en esta inmensidad? 
De no amarte tanto no me dolerías, 
Me quemas como hielo, ¡me quemas!

miércoles, 6 de mayo de 2009

Amistad.

El dolor y yo fuimos grandes amigos. Me acompañó en esos años en que nadie se sentaba a charlar conmigo. Enjugó mis lágrimas y tomó mi mano cuando tenía miedo. Cerró mis ojos en aquellas noches de insomnio en que mi oído me engañaba y me hacía creer que algo malo sucedería. 
Me gustaría decir que nada queda de nuestra amistad, pero mentiría. Ahora somos más que amigos, se ha vuelto un hermano incómodo, un pariente lejano del que se escucha de vez en vez en las conversaciones familiares. 
El dolor y yo tenemos nuestra historia y nos regocijamos compartiéndola con nosotros mismos. Mi infancia está llena de pequeñas anécdotas que nos unieron a medida que ambos crecíamos. Sabemos que un día nos alejaremos definitivamente, que nuestros mejores tiempos ya pasaron. Hoy por hoy nuestras conversaciones no son ya tan largas ni nuestra unión tan cercana. Me parece que ha comprendido que debo crecer, y él me mira desde una ventana rota, polvosa, sabiendo que nuestra amistad ha sido remplazada. 
Hoy tengo una nueva amiga y se llama nostalgia.

lunes, 27 de abril de 2009

Miedo

Ellos se cubrían la boca con algo azul algo blanco. Pero a él no le importaba, su barba de meses y la gruesa capa de mugre lo hacía inmune a cualquier temor. Guadalajara en un lago y México en un laguna...su voz de tenor entonado no dejaba ningún lugar a la duda: él era un hombre feliz, y era quizá sólo porque era un hombre sin miedo. El miedo, pensaba ella, no existe para aquellos que no tienen nada que perder. Una canción es leve, tan leve en la pesadez de un mundo que se cubre la boca...

lunes, 13 de abril de 2009

Entrega.

El sentimiento era como una coralillo a punto de morder. Demasiado inminente como para querer correr, demasiado peligroso como para sonreír. Hasta el viento pareció detenerse ante el peligro y ella sabía que no había nada que pudiera detener la catástrofe. 
Apenas un segundo después entregó el corazón y supo que nunca podría tenerlo de vuelta. 

miércoles, 11 de marzo de 2009

La comadre de Ebratz...

...interrumpió la plática, como si hubiera estado invitada. 
Soy de las fuerzas aéreas especiales, de las antihelicópteros,  yo soy representante de Felipe Calderón, comadre de Ebratz y tengo la firma de López obrador. Yo empecé desde abajo, vengo de Puebla y me llamo Francisca Ruiz. Mi tio Porfirio fue senador, pero yo llegué más lejos, yo trabajo con el presidente y con el produrador. Ebratz es el de mi hija la mayor, pero tengo otra hija más chica, y esa es del procurador. Yo ando con pura gente importante...
Todo eso dijo una mujer bajita y canosa. Y después simplemente sonrió, nos miró como si no entendiéramos nada. Y es que en verdad no entendíamos. Ella, feliz de habernos ilustrado un poco, de habernos contagiado un poco de su poder e importancia, se acomodó la gorra azul y el morral beige y se fue dándole la espalda a las carcajadas de Mariana, al estupor de Eva y a mi sonrisa. 
Sí, a mí aún me alegran los pequeños errores en la red. Aún disfruto aquello que no puede ser normal y que a fuerza de no serlo ilumina el tedio gris de una noche de jueves...

miércoles, 4 de marzo de 2009

Hoja cayendo

Como si fuera una hoja cayendo de un árbol, arrastrada por el viento, ella simplemente seguía los pasos que alguien más había trazado en espera de que el final de al historia le devolviera sentido a la errática trayectoria...

jueves, 5 de febrero de 2009

Zapatos muy grandes...

...a ella le dolían en las entrañas todos los nos que se había tragado como píldoras. En su corazón un sí con zapatos demasiado grandes cantaba, mientras le caían encima las gotas de una oscura tormenta sin sentido...

Era tarde y...

...él cantaba a todo pulmón con los ojos cerrados, sentado en la banca de una exposición en plena avenida, ajeno al monstruoso ruido de la ciudad más grande del mundo...

jueves, 29 de enero de 2009

Espejo

...las dos mujeres, cada una sosteniendo un libro de Cortázar en las manos, se miraron y se sonrieron. No había necesidad de decir nada...

Visto desde atrás.

...mientras el camión avanzaba, el hombre de la chamarra azul se balanceaba atrás y adelante, atrás y adelante en su asiento, al ritmo de una tonada que sólo él escuchaba.
Nadie se sentaba a su lado...

Exterior. Noche.

...y entonces la prostituta vestida de negro pasó corriendo frente a ellos en dirección a la iglesia, mientras su mano izquierda sostenía el seno opuesto contra su pecho...

¿Quién escribió las reglas, quién puede cambiarlas? ¿Contra quién he de elevar el dedo acusador? ¿A quién he de culpar por este desprecio? ...