martes, 16 de marzo de 2010

Te voy a re inventar. Te voy a poner otro nombre, otros ojos, otros sueños. Te voy a poner en los labios las palabras que quiero escuchar todos los días de aquí a que la memoria se me acabe. Voy a ponerte en la cara un brillo especial cada vez que me veas, una sonrisa a escondidas, un suspiro en mi nombre.

Voy a llenarte las manos de caricias fugaces. No. Voy a llenar tus manos con las mías. Tus besos con mis besos. Tu cuerpo con el mio. Quizá te haga más alto, quizá no. Quizá seas un gran bailarín. Si, bailarás mejor que yo y me enseñarás nuevos pasos.

No usarás corbata. Ni zapatos de vestir. Correremos juntos por las mañanas. Iremos al cine. Quizá te gusten los toros aunque yo los deteste. Quizá me obligues a ver películas de acción. Y comeremos palomitas.

Te gustará acompañarme a los museos, me invitarás a salir los fines de semana. Me comprarás rosas un día sólo porque sí. Quizá me escribirás un poema y me lo enviarás a media tarde, cuando sabes que estoy fastidiada del trabajo.

Cada noche besarás mis ojos y me desearás dulces sueños. Me prestarás tu chamarra cuando llueva. Te acurrucarás a mi costado cuando te sientas mal. Serás otro. No mejor ni peor. Simplemente otro.

Si la reinvención funciona, espero que así suceda, te dejaré de amar.

Borrar tu existencia me salvará. Es una pena que el amor no sea una enfermedad contagiosa.

¿Quién escribió las reglas, quién puede cambiarlas? ¿Contra quién he de elevar el dedo acusador? ¿A quién he de culpar por este desprecio? ...