Apenas un segundo después entregó el corazón y supo que nunca podría tenerlo de vuelta.
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¿Quién escribió las reglas, quién puede cambiarlas? ¿Contra quién he de elevar el dedo acusador? ¿A quién he de culpar por este desprecio? ...
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El sentimiento era como una coralillo a punto de morder. Demasiado inminente como para querer correr, demasiado peligroso como para sonreír....
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¿Qué verás de mí cuando gire sobre mis talones? ¿Qué quedará del recuerdo y el enojo y la nostalgia y todo aquello que durante años m...
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Tenía diecisiseis años. Te miraba y sonreía. Mi sonrisa multiplicada por infinito era el regalo que me dabas cada día. Para mi era suficient...
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