viernes, 29 de enero de 2010

Había una vez.

Pretendamos por un momento que sigo caminando porque tengo claro hacia donde ir. Finjamos que tiene sentido este vaivén de horas que son como olas de un amor gigante, vienen y van, vienen y van. ¿Y qué si me amarro a la costa esperando que no me azote la tempestad? Había una vez una isla.

Cuando cae la noche desentierro los espejos que enterré por la mañana y los lanzo al mar. Camino en círculos una vez más por la arena de mi jaula. Como un gran hamster siento en mi el impulso de correr sobre la rueda. Adelante, adelante, adelante. Había una vez una prisionera.

Tengo sed. El agua salada. El sol quemando mis ojos. Miro al sol, ininterrumpidamente. ¿Será cierto que uno puede quedarse ciego mirándolo? Había una vez un paisaje.

Me lanzo al mar. Mi peso es suficiente. Y en el agua se vuelve liviandad. Había una vez la libertad.

2 comentarios:

  1. Decía Guinevere que en efecto, no se puede mirar mucho tiempo al sol. Tampoco uno se puede amarrar a la costa...las olas terminan por despedazarnos contra la roca.

    Saludos!

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  2. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE:
    FRAGMENTOS INESTABLES


    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL Y EL DE CREPUSCULO.

    José
    ramón...

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¿Quién escribió las reglas, quién puede cambiarlas? ¿Contra quién he de elevar el dedo acusador? ¿A quién he de culpar por este desprecio? ...